Patrimonio Arquitectura y Ciudad - page 41

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RENTA URBANA Y ECONOMIAS DE ESCALA
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PATRIMONIO, ARQUITECTURA Y CIUDAD
un inversor de localizar su inversión en un sitio u en otro de una ciudad sigue siempre las preferencias
de la población objeto de su inversión, esto es, de los que van a comprar el resultado de la inversión.
Es decir que el inversor actúa siempre en forma segura, dejándole a otro, en este caso al estado, la tarea
de producir primero las condiciones necesarias que le garanticen a posteriori la inversión. Estas son en
un principio, desde la producción de las infraestructuras mínimas necesarias, hasta las de comenzar
a revertir las condiciones de degradación de algún lugar de la ciudad mejorando las condiciones de
rentabilidad relativa, para luego realizar la inversión.
Este comportamiento es explicado por los economistas Stanley Fischer y Rudiger Dormbusch a partir de
la teoría del valor: “
El valor de un bien está dado por la cantidad de dinero que alguien paga por él, en un
momento dado
”.
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La teoría del valor y sus sucesivas interpretaciones surgen como respuesta a la cuestión fundamental de
la naturaleza económica: dado que en una sociedad de mercado los individuos son libres y autónomos,
¿cómo puede ser que sus acciones tengan un mínimo de compatibilidad que haga posible la viabilidad
de esa sociedad sin engendrar el caos?.
Pues bien, la forma de no entrar en el caos, para la ciudad de Buenos Aires, después de muchos períodos
de incertidumbre económica y de pérdida de valor de las inversiones inmobiliarias situadas en determi-
nadas localizaciones, fue que los inversores eligen por lo seguro, es decir dirigen las inversiones en las
áreas o sectores urbanos que revisten seguridades.
Este fenómeno también es explicado por la teoría económica de la “
racionalidad limitada
”, expuesta
por Herbert Simon, que avanzó sobre la racionalidad en la economía, en donde las personas o los agen-
tes económicos eligen en base a pocas opciones y entre ellas solo las que le son dadas.
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Esto explica por que en contextos de incertidumbre sólo hay inversiones en lugares, áreas o sitios ur-
banos que producen certezas. Y también explica lo que se pretende del papel del estado, que es el de
relacionar positivamente distintos intereses y producir certezas.
La producción de certidumbre en la economía urbana es válida tanto para los instrumentos normativos
como los códigos de planeamiento y sus modificaciones, como para las definiciones en las políticas de
rehabilitación de los sectores urbanos degradados, o para promover la reutilización de los inmuebles
catalogados como patrimonio.
Además explica la necesidad de que el estado defina áreas o lugares prioritarios y formule planes o
políticas generales y de sector.
La actual situación de indefinición sobre el futuro del código de planeamiento, de ausencia de defi-
nición en cuanto a la cantidad de inmuebles catalogados a conservar
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, que ya lleva veinte años, y la
inexistencia de pensamiento claro sobre en que lugares de la ciudad es deseable y estratégico fomen-
tar el crecimiento, o sobre el uso en determinados lugares de ciertas tipologías de construcción, se
manifiestan contrarias a producir las necesarias certidumbres que hagan posible las inversiones.
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Después de la teoría de Adam Smith y analizando la
cuestión del valor, resulta lógica la resolución de la orto-
doxia de adoptar un análisis real, que excluye del análisis
toda institución - llámese dinero, estado, etc. - para otor-
gar al individuo la mencionada autonomía que requiere.
Además, la teoría del valor esta compuesta por principios
que describen las relaciones que se presentan en un sis-
tema económico y que se manifiestan exclusivamente en
magnitudes, es decir que se pueden expresar de manera
cuantitativa. Así, con la condición de la existencia de un
conjunto de individuos en relación con una lista de bienes
dados a priori, la teoría del valor busca asociar valores o
precios a estos bienes conocidos.
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Herbert Simon se tomó muy en serio la estructura básica
de la ciencia económica, esforzándose en definirla como
la ciencia de la elección, para lo cual trabajó sobre el
proceso psicológico de la toma decisiones. Según Simon
la hipótesis básica de la economía neoclásica, la de que
los agentes tienden a maximizar los resultados de sus
comportamientos, es muy limitada. En la práctica ningún
ser humano está continuamente buscando la solución
óptima. Aunque deseara hacerlo, el coste de informarse
sobre todas las alternativas y la incertidumbre sobre el
futuro lo harían imposible.
De acuerdo con Simon, las personas simplemente inten-
tan buscar una mínima satisfacción, es decir, tratan de al-
canzar ciertos niveles de éxito para después, poco a poco,
ir ajustando esa solución. Esta estructura de pensamiento,
que Simon denominó racionalidad limitada estimuló
muchos trabajos posteriores sobre el comportamiento de
los individuos, las organizaciones y la sociedad.
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La primera ordenanza de catalogación de la zona históri-
ca, la APH1, se aprobó en Diciembre de1991.
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