

MARZO 2012
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BRIL 3
liberal. Ni que hablar cuando las temáticas rozan la madre de
todos los males, la “política”, ensuciando la pretendida neutrali-
dad de los trazados reguladores. Tendremos entonces asegurada
la excomunión de la sociedad de los poetas muertos. Resultado
asegurado: inacción por invisibilización.
Preferiremos, siempre en tercera posición pretendidamente su-
peradora, hablar de otros modos de ejercicio, no de otro ejercicio.
Perdón por la auto-cita
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del equipo:
“La digresión no es menor. Hablar de otro saber es cristalizar la
idea de que existe un proyecto para ricos y para los pobres debe
existir otra cosa. En otras palabras, que la Disciplina, la original
y con mayúscula, atiende y atenderá sólo los recortes de hábitat
que le son amables, dejando la carencia librada a la suerte de los
voluntarismos y las transgresiones.
En contextos donde la supuesta excepción, en nuestro caso la po-
breza, adquiere dimensión de regla o al menos de aspecto constitu-
tivo, el término genérico “proyecto” debe abrir paso a la definición
de diversas modalidades de ejercicio profesional, en consecuencia
directa de diversos modos de producción y ocupación del espacio”.
Crisis mediantes, aun para los más ingenuos, hoy es evidente
que la profesión del arquitecto-urbanista es multimodal, polisé-
mica. Un antiguo compañero de estudios, citemos sin temor a
error a Martín Freire, bromeaba al momento de recibir su título
que en cuanto tuviera su propio estudio pondría en la puerta un
anuncio que con precisión indiscutible rezaría “Arquitectos: se
hacen baños, se planifican Ciudades”. Podríamos agregar hoy,
si el cartel fuera lo suficientemente extenso, tipo los del PO: “se
ejerce la profesión en la forma clásica, se ejerce la profesión en
formas alternativas, se asesora al Estado, se colabora con ONG´s,
se enseña, se investiga, en fin… se hace todo lo necesario para
transformar positivamente el hábitat”.
Pertenezco a la primera generación de arquitectos formados
en democracia. De esos años, entre esperanzados y caóticos,
sucedidos de las más profundas crisis hasta el inicio de la década
ganada, resultamos por decantación profesionales eclécticos,
con gran capacidad de inserción en el medio, o mejor dicho en
los distintos medios coexistentes.
Los temas a veces se construyen a conciencia de búsqueda y
otras simplemente salen a nuestro encuentro.
No somos más buenos, ni mejores. No hicimos ningún voto reli-
gioso. No pertenecemos a ninguna secta. Simplemente creemos
que en algunas cuestiones pendientes de nuestro hábitat hay
una necesidad y por ende un derecho a satisfacer.
Lo que quizás resulte decisorio, es que estas cuestiones resul-
tan apasionantemente complejas, poniendo a prueba nuestras
certezas siempre provisorias, ayudándonos a reformularlas y así
mantenernos vivos.
Ejercemos, enseñamos, e investigamos. Y en el resto del tiempo
que nos queda, habitamos. En nuestro ejercicio se acumulan
monumentos construidos, premios de concursos en general no
construidos, junto a trabajos de empoderamiento barrial. Sin
contradicción alguna. Por el contrario, en sinergia potenciadora.
Recomiendo a viva voz y desde aquí la esquizofrenia. Profesio-
nalmente hablando, es de lo más sano.
Hablar de otro saber es cristalizar
la idea de que existe un proyecto
para ricos y para los pobres debe
existir otra cosa. En otras palabras,
que la Disciplina, la original y con
mayúscula, atiende y atenderá
sólo los recortes de hábitat que le
son amables, dejando la carencia
librada a la suerte de los
voluntarismos y las transgresiones.
Ni que hablar cuando las
temáticas rozan la madre de
todos los males, la “política”,
ensuciando la pretendida neutra-
lidad de los trazados reguladores.
(...) Resultado asegurado: inacción
por invisibilización.