

MARZO 2012
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postergadas, pendientes, y esto me impulsa a involucrarme y a la
búsqueda de vínculos y formas en las que los profesionales de la
arquitectura podemos intervenir. En ese contexto se fue definien-
do y marcando el camino por donde quería marchar, y por el cual
sigo transitando hasta la actualidad.
Repasando estos años, me veo en muchas situaciones de reclamo
y búsqueda popular de resolución de las múltiples necesidades del
hábitat, dedicándome a trabajar de lleno en y para el hábitat popu-
lar. En esta búsqueda he compartido iniciativas de agrupamientos
cooperativos con la meta de trabajar en proyectos diversos para
llevar a cabo la construcción autogestiva de sus viviendas. Como
socio de una cooperativa de trabajo, realizando distinto tipo de
obras, realicé experiencias laborales con compañeros de distintas
extracciones laborales y sociales. Y trabajando para otra cooperati-
va de trabajo que desarrolla una importante tarea territorial en el
barrio donde viven la mayoría de sus socios, pude intervenir desde
mi profesión en diversas obras. He trabajado y trabajo dando apoyo
profesional a diferentes empresas recuperadas por sus trabajado-
res, para solucionar diversos temas en sus lugares de trabajo.
Desde las empresas recuperadas aparecen en mi camino los bachi-
lleratos populares para adultos, con quienes he desarrollado un in-
teresante trabajo de asesoramiento en cuanto a mejorar y diseñar
los lugares en los cuales desarrollan sus actividades educativas.
Todo se va hilando, uno tras otro, uno a la par del otro.
Se suman actividades de capacitaciones en temas de construcción,
tanto teóricas como desarrolladas en obra, dirigidas a grupos de
trabajadores que estaban en condición de desocupados y que se
conformaron en cooperativas de trabajo para salir de esa condición.
En ese avanzar, y como forma de profundizar la formación para el
trabajo con la comunidad, hace 6 años, me incorpore al Taller Libre
de Proyecto Social, TLPS-FADU, cátedra libre de la FADU-UBA, que
desarrolla una actividad de formación de futuros profesionales,
estudiando en el abordaje de problemáticas reales concretas que
se evidencian en distintos asentamientos y villas del AMBA, a
partir de acuerdos de trabajo que acompañen a las comunidades
en la búsqueda de solucionar sus demandas, llevándolos con
metodologías participativas.
Mencioné que es un camino compartido: cientos de arquitectos
en argentina y en Latinoamérica nos vamos encontrando y busca-
mos formas de conocimiento, intercambio y organización. Por eso
integro
Arquitectos de la comunidad Buenos Aires
que junto con el
TLPS organizó el 2º Encuentro Latinoamericano de Arquitectos de
la Comunidad, realizado en Septiembre de 2012 en la FADU-UBA
y en la FAU-UNLP, con más de 400 asistentes. Debatimos “el rol
profesional en la producción
social
del hábitat”, en un país en el
que más del 70% de lo construido se realiza sin la asistencia de
profesionales de la arquitectura.
Y este camino no termina, y no terminará. Como dije al principio,
es un tema de decisión, y agrego: además, de convicción.
Actualmente asesoro técnicamente en un proyecto social para
armar lotes con servicio en una zona semi-urbana, dirigido a fami-
lias de bajos recursos que necesitan imperiosamente solucionar
su problema de vivienda, y llevo adelante varios proyectos de
mejoramiento de viviendas en el conurbano.
Este camino refleja lo que entiendo como “arquitecto social”: que
comprendiendo las complejidades físicas, sociales y productivas
del hábitat, en particular el hábitat popular, trascienda el sólo
enfoque de solucionar la problemática de la vivienda, aportan-
do en todos los aspectos, elementos y escalas que implica. Por
ejemplo, comprender y poder aportar a descubrir y llevar adelante
proyectos para los programas de necesidades populares, como los
requerimientos de producción y trabajo de las empresas recu-
peradas por los trabajadores; los requerimientos de espacios de
educación, salud, alimentación popular y comunitaria entre otros.
Y poder ser parte de las luchas por la defensa de los espacios para
compartir que se expresan en los parques públicos donde se desa-
rrolla el intercambio social.
En este proceso, he ido aprendiendo y mejorando los enfoques y
herramientas para el desarrollo de la práctica profesional en este
contexto social, al que he elegido dedicar mis esfuerzos. Y destaco
el comprender que un programa de necesidades no viene dado
como una receta, sino que se va conformando junto a la comu-
nidad afectada, con quienes es importante fortalecer un vínculo.
Y de allí trabajar en proyectos concretos, con vida propia. Es decir
que se retroalimentan con el intercambio permanente, compren-
diendo que los cambios que puedan surgir en los mismos serán
consecuencia de entender las necesidades del conjunto de ese
recorte de la sociedad. Y en el camino de involucrarme en el apor-
te a la resolución de las necesidades populares, voy encontrando
individual y colectivamente, la resolución de mis expectativas y
objetivos profesionales. Esos que empecé a buscar desde el mo-
mento que me recibí.
Mencioné que es un camino
compartido: cientos de
arquitectos en Argentina y en
Latinoamérica nos vamos
encontrando y buscamos formas
de conocimiento, intercambio
y organización.
Este es un camino que no
termina, y no terminará.
Como dije al principio, es un
tema de decisión, y agrego:
además, de convicción.