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NOTAS CPAU 17

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ARQUITECTOS SOCIALES

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Si me preguntaban qué quería hacer cuando cumpliera los 18

años, diferente de mis amigos que querían solo sacarse el registro,

respondía que quería afiliarme a la UCR. Alfonsín era mi norte y no

tenía más dudas, era necesario comenzar a militar las ideas de ese

nuevo líder, no importaba el lugar que te toque. Así, conocí mu-

chos amigos en los diferentes barrios de Mataderos, Soldati y Villa

Lugano, como en la Inta, la Pirelli, el Sildañes, Fátima, Piletones, la

mal llamada oculta y el NHT Eva Perón entre otros - cuando me

di cuenta que pasaba varios fines de semanas en estas barriadas,

Alfonsín ya era presidente, y así fue cómo comencé a militar en

barrios sociales. Ahora, si me pregunto cuándo me comenzó a

interesar la vivienda social, eso es más bien difuso.

Yo estuve siempre involucrado, consciente o inconscientemente,

por 2 razones: la primera es que mis amigos del colegio, en su

mayoría, vivían en la villa oculta, en Lugano 1 y 2, o en una villa que

hoy ya no existe más. Todos nos atendíamos en el centro de salud

de la villa 15, nos daban las vacunas, el apto médico para el colegio

y el odontólogo. El problema de la vivienda social ya lo tenía

incorporado: nadie me tenía que contar en la secundaria o en la

universidad cómo vivían en una villa, qué era ser un ocupante o

qué es ser

pobre.En

segundo lugar, mi familia, luego del Rodriga-

zo, se quedó sin vivienda y sin trabajo; y pasé a ser uno más con la

necesidad de un techo propio, uno más de los que se van a dormir

con una taza de leche y mate cocido, uno más de los que escuchan

a la madre decir justo antes de comer, “como me siento mal, me

iré a dormir sin comer, coman ustedes solos.”Desde ese momento

mis abuelos nos prestaron una pieza en Mataderos, pasaron 13

años y en el ´89 terminaba diseño tres, ganaba un concurso de

estudiantes para representar a la FADU en la bienal de Venecia y

recibía mi carta de desalojo junto a mi madre y mi hermano. Mis

abuelos ya no estaban más para ayudarnos.

Mi maestro de Arquitectura y amigo, Mario Linder, le pregunta

a mi compañera por qué no fui al levantamiento de actas, mi

compañera, contesta que posiblemente no siga más la facul-

tad por problemas familiares. Al día siguiente Mario Linder, me

estaba llamando a mi casa insistentemente: nosotros seguíamos

resistiendo el desalojo. Como una película al estilo de Hollywo-

od, tuvo final feliz: gracias al empeño de Mario por ayudarnos le

entregaron a mi madre un departamento en comodato que luego

pagamos durante quince largos años. A partir de ese momento

todo se acomodó, yo terminé mi facultad y mi madre cumplió con

el sueño de todo padre, darle un hábitat a su familia.

Ya estando en Villa Lugano, me empecé a conectar con las organi-

zaciones barriales que luchaban por la tenencia definitiva de los

departamentos. En 1990 me presentaron a Juan Cymes, un lucha-

dor de la resistencia, que en la época del proceso genocida vivía en

la villa oculta. Juan siempre decía “no es oculta porque yo no me

tengo que ocultar de nadie”. Enseguida cambiamos opiniones: los

dos teníamos admiración por Moisés Lebenshon. Le conté que en

el ‘89 seleccionaron un anteproyecto de mi autoría sobre vivienda

social y se lo dibujé en una servilleta. Me dijo “todo esto es muy

lindo pibe, pero lo que necesitamos es urbanizar las villas dentro

de las mismas villas”: creo que a partir de ese momento me crecie-

ron muchas flores. Un domingo lo acompañé al barrio y presencié

mi primera asamblea barrial.

En el 96, los radicales tenían muchas posibilidades de llegar al

gobierno y el Dr. Enrique Olivera se acercó a mi casa, en el Barrio

de Lugano con Andres Borthagaray para ofrecerme trabajar en la

campaña. Le propuse comenzar a acercarles a los amigos de las

barriadas: yo por un lado participaba de Arquitectos Radicales,

pero por otro tenía una militancia barrial donde me sentía más

útil. La coordinadora de Villas tenía entre manos la ley 148 y le

pidieron a Olivera que en caso de ganar apoyara la Ley: fue votada

en la Legislatura el 30 de Diciembre de 1998 y lleva su firma.

Al triunfar la UCR en la CABA me nombraron director del C.G.PNº

8. A partir de entonces conocí a muchos más integrantes de estas

barriadas: fueron años de mucho trabajo social, deportes, olimpía-

das de jubilados, carnavales, recitales, navidad solidaria, construc-

ción de redes cloacales, agua, electricidad, pavimentos arreglos de

veredas, censos, escrituras y discusiones interminables.

A fines del ‘99 me propusieron asumir como Gerente de Pro-

moción Social Urbana del CMV, gerencia que se encargaba de la

urbanización de Villas y de los Barrios carenciados, su presidente

era el Ing. Bouzo. Con él y su equipo realizamos varios proyectos

que se concretaron, y continuamos con el plan de Urbanización de

villas comenzado en los ‘80 por el radicalismo: logramos poner en

función a la Coordinadora de Villas en la Legislatura. Cabe aclarar

que los equipos de la CMV, hoy IVC, fueron muy profesionales y so-

lidarios con su experiencia. En el 2001 me retiré de la función pú-

blica y seguí trabajando en proyectos sociales desde mi estudio.

Arq. Ariel Pradelli

Nada es comparable con la

alegría interior cuando vemos

a una familia entrar a su hábitat

luego de luchar por una vivienda

tantos años.