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ARQUITECTOS SOCIALES
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“Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy
que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de
sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el
abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.”
Casa tomada, Julio Cortázar
La arquitectura, en relación al concepto del habitar ha sido un
tema recurrente a lo largo de mi vida. Las profundas huellas del
desarraigo que en mi infancia dejaron viajes y mudanzas, estoy se-
gura, han sido las que encaminaron mi elección hacia la profesión.
Ingresé a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Uni-
versidad de Buenos Aires promediando los años ’80 y durante
la carrera tuve la fortuna de trabajar en un estudio en el cual
aprendí no solo de arquitectura: los intercambios sobre urbanis-
mo, sociología, arte y música durante aquella época me permitie-
ron comprender que
ser arquitecto es una elección de vida que
plantea el desafío de tender puentes entre el mundo material y
el social
; que desarrollamos la profesión a partir de la creación de
un objeto cuya materialización debe contribuir necesariamente
a la mejora del hábitat entendiendo el concepto de hábitat como
una entidad compuesta por varias capas: la primera es el cuerpo,
la segunda es la casa, la tercera es la ciudad.Llegando a los años
’90 el inicio del camino profesional era incierto y jamás hubiera
imaginado que mi destino me llevaría a trabajar en el área finan-
ciera de un Banco.
Formar parte del proceso de expansión del mercado hipotecario
en la década del ‘90
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y participar como voluntaria en el marco del
Programa de Responsabilidad Social Corporativa
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, me permi-
tieron experimentar la importancia del concepto de “valor de la
vivienda” en relación al “habitar” y al “símbolo de protección y
cobijo” que representa para las personas.
Es desde este lugar que comencé a elaborar una línea de pensa-
miento en relación a la vivienda, como un concepto indefectible-
mente ligado a la existencia humana, que se construye sobre dos
dimensiones: la económica y la social.
En el año 2000 se iniciaba la primera promoción del Posgrado en
Desarrollo de Emprendimientos Inmobiliarios de la Universidad
de Belgrano y en ese entonces éramos un grupo de 25 profesio-
nales, la mayoría arquitectos, que apostábamos a la formación
técnica en un entorno de crisis.
Este Posgrado luego transformado en Maestría conjuntamente
con el Politécnico de Torino, me permitió empezar a articular esta
idea de tender puentes, a los que se fueron agregando otros con-
ceptos vinculados con teoría-práctica, público-privado, inversor-
usuario. El resultado fue la presentación de un trabajo de tesis so-
bre financiamiento de la vivienda para segmentos medios. En esta
propuesta se planteaban algunas alternativas para dar solución a
esta problemática intentando fortalecer el rol del arquitecto para
reposicionar a la vivienda a partir de la articulación entre rentabi-
lidad económica y rentabilidad social en el marco de los futuros
desarrollos urbanos con localización en la Ciudad de Buenos Aires.
En mi búsqueda por contribuir con otras alternativas que permi-
tieran profundizar soluciones de cara a esta problemática, en el
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Con la década del 90, consolidada ya la democracia desde 1983, se iniciaba un período de estabilidad macroeconómica como
consecuencia de la reinserción de la economía en los mercados internacionales, la desregulación del mercado, las privatizaciones y
fundamentalmente del control de la inflación a través de la aplicación de la Ley de Convertibilidad de la moneda local. Esta situación se
tradujo en el desarrollo del mercado financiero que sumado a grandes operaciones urbanísticas de recalificación de suelo más la
implementación de la Ley 24.441 orientada al desarrollo del mercado de capitales produjeron el despegue del mercado de crédito de
largo plazo cuyo principal protagonista fue la banca privada.
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Dentro del Programa de Responsabilidad Social Corporativa a través de la ONG Un Techo para mi País se promueve cada año
la participación en la construcción de viviendas en áreas de alta vulnerabilidad.
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CPAU Info Nº1, Marzo 2011
Los intercambios sobre
urbanismo, sociología, arte
y música durante aquella época
me permitieron comprender que
ser arquitecto es una elección de
vida que plantea el desafío de
tender puentes entre el mundo
material y el social.
Arq. María Laura Calle