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MARZO 2012

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mpecé trabajando en el estudio Parysow - Schargrodsky, y

ese paso por un estudio de arquitectos fue fundamental

para luego lanzarme por mi cuenta. Trabajo en forma indepen-

diente desde hace 3 años. Hago varios tipos de proyectos, que

incluyen remodelaciones totales de departamentos, equipa-

miento de oficinas, locales comerciales y encargos de decoración.

Disfruto mucho lo que hago: me gusta mi trabajo. Me encargo de

los proyectos de manera integral: desde la primera idea, hasta los

últimos detalles, el presupuesto, el proyecto, la documentación, la

dirección de obra, contrataciones y administración. Generalmente

me manejo sola, pero cuando tengo varias obras a la vez me aso-

cio con distintos colegas, y son siempre gente de mi misma edad

y que están en una situación profesional similar a la mía.

Mi generación atravesó la crisis del 2001 mientras cursábamos

los primeros años de la carrera. En esa época, era común que

nuestros profesores se fueran al exterior a buscar trabajo. Para

los alumnos, ser parte de un estudio era un privilegio al que solo

accedían los mejores. Esa situación se fue revirtiendo hacia los

últimos años de carrera, a medida que se fue recomponiendo la

situación económica y se reactivó la construcción. En 4º y 5º año

la gran mayoría de los alumnos trabajábamos y estudiábamos al

mismo tiempo.

Ese desarrollo se mantiene hasta hoy en día, y hace que las

posibilidades laborales sean muy amplias: muchos de mis

compañeros ya están construyendo edificios, tienen su estudio,

o se desarrollan de forma independiente al igual que yo. Otros

eligen trabajar en estudios más grandes, en donde cumplen

roles importantes.

Uno de los desafíos más grandes de trabajar por mi cuenta es

la relación con los clientes. Es algo con lo que no te enseñan a

lidiar en la facultad y es el factor más delicado en el proceso de la

obra, especialmente cuando el encargo se trata de sus hogares,

primeras oficinas, o primeros locales: hay muchas emociones en

juego. En este tipo de obras se vuelcan los deseos y fantasías de

cada cliente, y hay que sumarles que están atravesados por los

factores económicos.

Como referentes para mi trabajo, me interesa la camada de arqui-

tectos que hoy tienen entre 35 y 50 años. Es la generación de mis

profesores de la facultad, que han logrado impulsar una renova-

ción tanto en lo académico como en la práctica de la profesión. Y

a la vez, la escala de sus trabajos hace que sea posible tomarlos

de ejemplo para mis propios encargos.

Diseño interior, proyectos, dirección

31 años

Pamela Goldszer

E

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