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SUB 35
oy dibujante y arquitecta recién recibida de la UBA, y me
divido el día trabajando de manera independiente y depen-
diente a la vez.
Por un lado, trabajo para el Gobierno de la Ciudad, en el área de
relevamientos de inmuebles. La dinámica laboral me ha condu-
cido hacia una veta muy interesante: redacto, en conjunto con
abogados y sociólogos, los proyectos de ley necesarios para llevar
a cabo el master plan que diseña el Ministerio de Desarrollo Urba-
no. Me resulta muy grato estar en la “cocina” de semejante pastel,
poder comprender a través de la visión macro, el organismo vivo
tan complejo que es la Ciudad. Es un campo de acción amplio y
contundente, que en el ámbito privado es difícil de encontrar.
A su vez, no es mi única actividad diaria. En mi tiempo libre realizo
reformas de pequeña escala, porque me resulta muy gratificante
cuando puedo aportar a través de mi proyectar una mejora en el
modo de habitar de alguien.
Son oportunidades en las que busco materializar un lenguaje
constructivo capaz de replantear la manera de vivir un espacio, la
manera de usarlo y de apropiarlo. Intento, por así decirlo, plasmar
lo que yo considero que la Arquitectura es, lo que mis dibujos y las
clases dictadas en la FADU me permiten comunicar y a la vez, de
manera muy personal, canalizar. Esa búsqueda empírica que, ya
sea en la soledad de mi tablero con mis rotring, o en conjunto con
mis alumnos en el taller, no me canso de transmitir y de promo-
ver. Esa atmósfera lineal que no me canso de dibujar, ni de develar
en pos de desarrollar la impronta tectónica que considero que
todo arquitecto debe tener.
Es en este sentido que, más allá de los aciertos o desaciertos
profesionales que la experiencia laboral se encargará de corregir,
nunca dejaré que muera en mí esa ingenuidad capaz de hacerme
creer que es posible el reconocimiento, por parte de la sociedad,
de la abismal diferencia entre arquitectura y construcción.
Al igual que cada disciplina artística encuentra su forma de ex-
presión, así como la pintura lo hace con la mancha de color, la mú-
sica con los acordes, y la escultura con la materia, la arquitectura
lo hace con las formas. Y más allá del medio expresivo que cada
disciplina artística encuentra, todas se manifiestan a través de un
orden compositivo, de una ley que las ordena y les da vida, con el
objetivo ni más ni menos de llegar a vibrar el alma del receptor
que las contemplará y/o habitará.
Dicen que un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido: pues
yo digo que he visto varios niños creativos que más que sobre-
vivido han sobresalido. Niños de 40 años, que con el desarrollo
de su profesión, han adiestrado aquella ingenuidad que los
gobierna, capaz de ampliar tanto a colegas como a habitantes el
implícito mundo de la arquitectura que todavía, aún hoy, queda
por redescubrir.
Seamos realistas, exijamos lo imposible.
S
Melisa Mac Loughlin
Arte, proyectos
28 años