

NOTAS CPAU 17
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SUB 35
R&B Arquitectos lo forman Javier Bértoli (35) y Ariana Romero (33)
l estudio R&B Arquitectos lo fundamos en el año 2004 con
Ariana Romero, hoy mi esposa, con el objetivo de hacer pleno
ejercicio de la profesión en el área de proyecto y dirección de
obras de arquitectura, faceta de la profesión a la que en épocas
de estudiante, éramos tentados por nuestros docentes y por la
currícula universitaria: por la forma en que se trasmitía, parecía
algo muy fácil de poner en marcha una vez egresados. Claro que
en ese momento no reparábamos que nuestros proyectos eran
museos en Puerto Madero en lotes gigantescos, o que tomába-
mos una parte de la ciudad y nosotros proponíamos los usos,
las alturas máximas, la ocupación del suelo, etc. Por entonces,
el único límite era la superficie del programa de necesidades
recibido. Lográbamos buenas representaciones, pero el proceso se
desarrollaba sin contemplar el escenario reglamentario, comer-
cial o económico de esa época. Además, y casi lo más importante,
no había necesidad de buscar clientes o pensar cómo se financia-
ría la obra.
Ya recibidos, tuvimos buenas experiencias tanto como
juniors
en estudios de arquitectura reconocidos, como en la Facultad en
materias vinculadas a lo legal y, yo personalmente, en el CPAU
como asistente de la Gerencia Técnica. Toda esa información
acumulada a través de los años funcionó finalmente a modo de
piezas de rompecabezas aisladas: un día decidimos soltar el ancla
e ir mar adentro. Es ahí cuando uno comienza a darse cuenta de
que “vivir” del proyecto y dirección de obra no es una cosa simple.
Refacciones teníamos, pero nuestra intención era llegar a hacer
el proyecto y dirección de una obra nueva. Así fue como, gracias
a la ayuda de familiares quienes aportaron un terreno y fondos,
pudimos emprender un edificio de vivienda de 5 departamentos
en el barrio de Villa del Parque. En esa oportunidad no teníamos
que identificar la demanda sino que teníamos que hacer rendir
los metros cuadrados para que el terreno tuviera el máximo apro-
vechamiento, dado que no se trataba de un terreno con un factor
de ocupación tentador para los desarrollistas de hoy.
La tarea no fue sencilla: teníamos un “socio” que era el GCBA, que
con sus tiempos y desinteligencias hacía que nuestras previsiones
se dilataran cada vez más. ¡Aún hoy recuerdo cuando extraviaron
mi expediente completo durante 4 meses en el millar de obras!
Sin palabras… Al tratarse de un emprendimiento familiar, debía-
mos reducir los costos al máximo, pero manteniendo la calidad
de construcción: queríamos que eso nos caracterizara. Somos
realmente muy detallistas en las cosas que no se ven y creemos
que eso es lo que hace que un edificio perdure en el tiempo y
tenga una buena vejez. Para defender esta idea, también asumi-
mos el rol de comercializador, muy distante al del arquitecto pero
muy importante para conocer las opiniones del usuario de la obra
consumada: todavía recuerdo críticas y valoraciones del edificio
de cada “posible comprador”. Todas bienvenidas, porque de ello
se nutre nuestra profesión, de la satisfacción del habitante de
nuestras obras.
Hoy, con un poco más de canas (diría bastantes) y por suerte más
cantidad de m2 construidos, hemos terminado un edificio de 14
departamentos en Villa Urquiza. Con las equivocaciones y aciertos
propios de cada emprendimiento. Asumiendo también el rol de
Administrador de Fideicomisos para la construcción: de toda
experiencia se aprende muchísimo pero queda claro que no se
puede abarcar todo.
¿Cómo veo a mi propia generación? Tratando de ejercer la profe-
sión, y si es en el área para lo cual te especializaste, bingo!
¿Cómo veo a los arquitectos de mayor trayectoria? A los que veo
en las publicaciones especializadas de elite, los veo como los
muestran esas fuentes: muchas veces, alejados de mi realidad.
Mientras que a los colegas que me cruzo en la obras con los boti-
nes llenos de tosca, con sus cascos rayados por el uso, los veo muy
maltratados por los quehaceres propios del ejercicio profesional y
su entorno sociocultural.
E
Dirección de obra
35 años
Javier Bértoli