#42 - Superdigital

como en la radicalidad de sus alcances, con la sub- terránea e inexorable desculturización de ambas. Las ideas que históricamente sujetaban a la ar- quitectura al suelo de sus tradiciones y la afe- rraban a las demandas de lo mundano (como las ideas de lugar, contexto, terreno, programa, fun- ción, usuario, cliente, materialidad, estructura, construcción, escala, sitio, región, territorio, ciu- dad, urbanidad, naturaleza, clima o geografía), que hasta hace solo tres décadas se encontraban embebidas naturalmente en la definición disci- plinar misma, hoy se han desvanecido o han to- mado unas formas tan indeterminadas, abstrac- tas, emancipadas e inestables que pueden (y po- siblemente deben) literalmente redefinirse cada vez que se hace arquitectura. Se puede pensar, en este contexto de liber- tad e incertidumbre estructurales, en un fenó- meno de vaporización o sublimación cultural de la disciplina, tan fascinante como temible, ca- racterizado por la superación y la emancipación respecto de los marcos tradicionales y por la ex- pansión y la diversificación de las prácticas. Li- berada irreversiblemente de las sujeciones de la representación, y habiendo neutralizado sus mi- tos asociados, el devenir hipercultural de la ar- quitectura, avivado por la fascinación creciente que ofrecen las capacidades de la revolución digi- tal, ha mutado, en su vertiginoso proceso, de una fase de emergencia ingenua (ligada a la incorpo- ración, aprendizaje y manejo de la información), a una de revolución y novedad (ligada a la mani- festación formal de la complejidad resultante de dicho manejo y al desarrollo de técnicas para su gobierno diestro), a una de sistematización y con- solidación metodológica e ideológica (ligada a la programación de dichas técnicas y a la crítica in- terna de las estructuras naturalizadas presentes en ellas), a una de racionalización y difusión (liga- da a su conceptualización y despliegue teórico, y a la construcción de formatos, jergas y meta-dis- cursos nuevos), a una de popularización y praxis pura (ligada a la fertilidad, variedad y precisión de campos nuevos de aplicación y experticia, y a su difusión y naturalización), y finalmente a una de proliferación y absolutización (ligada a la pro- pagación de competencias, a la multiplicación de recursos y a la disipación paralela de la ten- sión disciplinar), apareciendo, en la actualidad, ya no como aquel plano de consistencia desde el que muchas arquitecturas parecían insinuar, contener o desplegar potenciales desconocidos, sino como unmedioambiente caleidoscópico que nutre invisiblemente las prácticas impercepti- blemente desde dentro, y que redefine a cada pa- so la idea misma de disciplina y su estatuto de contemporaneidad. En paralelo al despliegue de dicho fenóme- no, sus efectos se han tambiénmultiplicado de un modo enmarañado: la especificidad de los medios se ha diversificado, expandiéndose técnicamente y transformándose en campos de experticia defi- nidos; la ubicuidad de sus técnicas se ha ramifi- cado y sigue haciéndolo, configurando prácticas estables para luego entretejerlas en nudos inde- finibles en su estatuto y en su linaje; la prolifera- ción de los fines se ha dispersado, y en definitiva ha vuelto vanas las ambiciones multivalentes de la disciplina, mutándolas en operatividades di- rectas, para luego enrarecerlas; la diversidad de las aplicaciones ha invadido todas las rutinas y las jergas del trabajo arquitectónico, diluyendo las ideas de oficio y de saber para luego radicalizar dichas nociones según formas nuevas; la sistema- tización de la ética y la expansión de la estética se han abierto a nuevos paradigmas, para luego dise- minar sus subproductos y diluir sus fuerzas en un únicomagma inclusivo. El devenir digital de la ar- quitectura puede decirse que ha diferenciado las estructuras y los fundamentos mismos de la dis- ciplina, y con ello su fertilidad y su sentido. Pero además su compacidad ha cambiado su estatuto, de modo que ya no se puede hablar de emergen- cia sin irradiar un tono arcaizante, de revolución sin recurrir a la nostalgia, de sistematicidad sin esconderse en una extravagante forma de tradi- cionalismo, de propagación sin caer en una nueva versión de la vieja positividad moderna de la ra- cionalización y la optimización, ni de populariza- ción sin que la relación entre teoría y práctica de- venga una nueva forma de cinismo o de auto-ce- lebración de la praxis. Ninguno de estos procesos, aun si vitales y prolíficos, conservan el sentido que tenían hace solo tres décadas. La cultura digi- tal se ha multiplicado hasta tal punto que su pro- yecto heroico se ha vuelto una forma particular de segunda naturaleza. No sería preciso, en este contexto de naturali- zación de la transformación estructural de la dis- ciplina, hablar de vanguardias, escuelas, posicio- nes o movimientos, ya que las prácticas digitales, inestables por definición, no logran constituirse como sujetos formados, territorios distinguibles, «La hipercultura (...) pone a disposición, por medio de una conexión globalizada y de la desfactifización, un caudal de formas y prácticas de vida diferentes, que se transforma, se expande y se renueva, y en el que también son incluidas formas de vida de tiempos pasados en modo hipercultural, es decir, deshistorizadas.» Byung-Chul Han, Hiperculturalidad , Herder Editorial, Barcelona, 2018, página 29. «¿Debería uno lamentar la pérdida del aura, del lugar, del origen, del ‘aquí y ahora’ que brinda un aura? ¿O se anuncia, a través de la pérdidamúltiple, un nuevo aquí y ahora carente de aura que, a pesar de esto, tendría su propio resplandor, un estar-aquí hipercultural que coincide con el estar en todos lados?» Byung-Chul Han, Hiperculturalidad , Herder Editorial, Barcelona, 2018, página 57.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mjc3NzY=