Arq. Jorge Erbin
por Juan Molina y Vedia.
Formado en los años 60, antes de la Noche de los bastones largos, Jorge Rufino Erbin fue parte de una generación que estuvo en los primeros años de los Talleres Verticales que giraron alrededor de las figuras de Manolo Borthagaray, Mario Soto, Horacio Baliero, Odilia Suárez, entre otros.
Todos ellos participaban de un movimiento apenas posterior a la extinción de los CIAM que, revisando los principios del movimiento moderno y mostrando los exponentes del neobrutalismo, precedentes de las propuestas de Stirling y Gowan, trabajaron en una dirección que unía los aportes corbusieranos a los de Alvar Aalto, dando lugar a búsquedas de geometrías racionales con mayor libertad de movimientos, y a trabajos con materiales livianos contrapuestos a sólidos de hormigón y mamposterías que generaban nuevas relaciones.
Erbin junto a su equipo produjeron una serie de obras muy valiosas y cuidadamente estudiadas y resueltas. Todos los integrantes aportaron diferentes puntos de vista en un rumbo fresco y jugado, con búsquedas formales y de materiales. En Erbin jugaron, aparte de esas influencias de origen inglés, una relación muy íntima con sus maestros de la escuela de Tucumán, Traine, Soto, Vivanco y otros, cuya mirada práctica lo hizo capaz de poner las teorías sobre la tierra y nuestra realidad.
Erbin sostenía que la especialidad real que debía ocuparnos era la arquitectónica: el valor arquitectónico en sí mismo. Por supuesto que también todo lo específico debía estar correctamente resuelto, pero había aprendido de Traine que en definitiva lo específico se resolvía desde la experiencia. Lo que en realidad se preguntaba Erbin era qué arquitectura resultante queríamos para hacer vivibles los sitios creados.
Entre Traine y los proyectos de Stirling, Erbin se interesaba por la síntesis: él quería usar las dos influencias, digerirlas. Puede ser que estuviera buscando ese acuerdo entre geomertrías y requerimientos funcionales y constructivos que podemos rastrear en sus obras.
Sus planes estuvieron siempre ligados a una curiosidad auténtica por llegar a los horizontes vastos de la arquitectura que llenó su vida y fue su alimento.
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